Es obvio que donde abundan las injusticias sociales no puede abrirse camino la prosperidad colectiva. Pero la trama de las sociedades humanas está entretejida con tantos elementos imponderables que, aun en las circunstancias y en los contextos culturales y educacionales más adversos, pueden irrumpir docentes que marcan la diferencia. Es más que evidente que su presencia y su acción no logran revertir el desgraciado curso general de las cosas. Son hombres y mujeres; no son solo políticas de Estado. Su ejemplo contribuye a que podamos reconocer y preservar en nuestro espíritu, valores sin los cuales es difícil fijar los parámetros de calidad a los que debe responder un modelo educativo plural.
Lo venturoso, lo inigualable, puede brotar en el suelo más árido y constituirse en un reservorio de enseñanzas, tanto como en una brújula para orientarse en medio de la tormenta.
Al conmemorarse hoy el día del maestro, es justo decir que la responsabilidad con la que procedemos, no es otra cosa que el goce íntimo con que llevamos a cabo la tarea de hacer de la educación un patrimonio de todos, y no de unos privilegiados. La pasión y el deber resultan imprescindibles.
Feliz Día Compañeros.
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